Un paraíso para los amantes del cine

Probablemente Turín no sea una ciudad que relacione directamente con el cine, pero una visita al Mole Antonelliana seguramente le hará cambiar de idea. Este edificio, que domina el horizonte de la ciudad con su alta torre, alberga uno de los mejores museos del cine del mundo: el Museo Nazionale del Cinema.

Arte Y Cultura

Una experiencia de cine en el museo

La arquitectura del Mole Antonelliana inspiró a los diseñadores del museo para crear una ruta especial a lo largo del edificio: mientras sigue el camino, va bajando lentamente a la cúpula. Las presentaciones interactivas, combinadas con unos efectos de imagen y sonido inesperados, transforman una visita al museo en una experiencia de cine. Los objetos expuestos en la planta baja ofrecen un repaso de la historia del cine empleando accesorios y equipos históricos. Conozca más acerca de la ingenuidad de las primeras tecnologías cinematográficas. Antiguas linternas mágicas crean sombras misteriosas en las pantallas, y los demonios se despiertan de su letargo de cien años. Los niños probablemente se divertirán más en el primer piso, donde podrán ver vídeos en el entorno que elijan, ¿qué tal un salón de los años 50? Se sentirá como dentro de una película. En la segunda planta se exponen todo tipo de artículos utilizados para hacer una película. Por ejemplo, experimente lo que se siente al ser el director. También puede probar suerte con algunos efectos especiales. Con un simple chasquido de dedos podrá introducirse en una escena de una película. En la tercera planta, encontrará una amplia colección de antiguos carteles de cine. No se olvide de visitar el mirador en lo más alto de la torre. Para llegar al mirador, tome el ascensor de cristal (desgraciadamente no es el ascensor de la película Charlie y la fábrica de chocolate).

Digna de una capital

Finalizada en 1889, la torre Mole Antonelliana de 167 metros de alto es el símbolo de Turín. El edificio recibe su nombre del arquitecto que diseñó la estructura, Alessandro Antonelli. En sus orígenes, estaba previsto que el Mole fuese una sinagoga, pero en 1878 el ayuntamiento de Turín compró el edificio cuando todavía está en construcción. La torre de aluminio pronto se convertiría en el icono de Turín, y como en aquel entonces la ciudad todavía era la capital de Italia, no resulta exagerado decir que el Mole también se diseñó como el símbolo de la Italia moderna.

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